miércoles, 24 de noviembre de 2010
martes, 27 de abril de 2010
lunes, 5 de octubre de 2009
viernes, 8 de mayo de 2009
INVITACION
Empezando...
El 14 de mayo, a las 19:00 en la carrera de Flosofia - UMSA.
Los espero. Gracias
martes, 21 de octubre de 2008
lunes, 6 de octubre de 2008
Negro y Blanco en concierto
jueves, 25 de septiembre de 2008
Conciertos de Sergio Antezana
Amigos:
Este viernes 26 estaré presentándome en el Café Invidia ubicado en el Ex AveSol (calle Goitia casi Capitán Ravelo), y la idea del lugar es la misma de antes: música en vivo, cantautores locales, buena onda, té con té, etc, los espero para compartir canciones a partir de las 22:00 (más o menos).
Sergio
Y el 8 de Octubre en el Wayna Tambo.
Este viernes 26 estaré presentándome en el Café Invidia ubicado en el Ex AveSol (calle Goitia casi Capitán Ravelo), y la idea del lugar es la misma de antes: música en vivo, cantautores locales, buena onda, té con té, etc, los espero para compartir canciones a partir de las 22:00 (más o menos).
Sergio
Y el 8 de Octubre en el Wayna Tambo.
lunes, 22 de septiembre de 2008
miércoles, 3 de septiembre de 2008
miércoles, 20 de agosto de 2008
CALIGRAMAS
Amigos:Los quiero invitar a la presentación de mi disco: Caligramas, el jueves 28 de agosto en el Auditorio de ENTEL. Se realizará a partir de las 19:30, y contará con la colaboración de varios músicos invitados. La entrada es libre. En esta página pueden ver más información: http://www.antezanasergio.blogspot.com/ Les agradecería difundir la información.
Sergio
Sergio
lunes, 18 de agosto de 2008
Otra de Anthony de Mello
Un filósofo que tenía un solo par de zapatos pidió al zapatero que se los reparara mientras él esperaba.
"Es la hora de cerrar", le dijo el zapatero, "de modo que no puedo reparárselos ahora. ¿Por qué no viene usted a recogerlos mañana?"
"No tengo más que este par de zapatos, y no puedo andar descalzo."
"Eso no es problema: le prestaré a usted hasta mañana un par de zapatos usados."
"¿Cómo dice? ¿Llevar yo los zapatos de otro?¿Por quién me ha tomado?"
"¿Y qué incoveniente tiene usted en llevar en los pies los zapatos de otro cuando no le importa llevar las ideas de otras personas en su cabeza?"
(Anthony de Mello, La oración de la Rana; Pág.18)
"Es la hora de cerrar", le dijo el zapatero, "de modo que no puedo reparárselos ahora. ¿Por qué no viene usted a recogerlos mañana?"
"No tengo más que este par de zapatos, y no puedo andar descalzo."
"Eso no es problema: le prestaré a usted hasta mañana un par de zapatos usados."
"¿Cómo dice? ¿Llevar yo los zapatos de otro?¿Por quién me ha tomado?"
"¿Y qué incoveniente tiene usted en llevar en los pies los zapatos de otro cuando no le importa llevar las ideas de otras personas en su cabeza?"
(Anthony de Mello, La oración de la Rana; Pág.18)
lunes, 11 de agosto de 2008
ENTRE 2 AGUAS
lunes, 21 de julio de 2008
Daniel Castellón presenta "Cada esquina un Abismo"
Daniel Castellón presenta su nueva producción "Cada Esquina un Abismo" en la Casa de la Cultura,Teatro "Modesta Sanjinés" el viernes 25 de Julio, y también participará en el Wayna Tambo, sábado 26. Los horarios de las dos presentaciones son a horas 19.30.
Pueden escuchar algunas de las canciones del disco en el myspace de Daniel.
Pueden escuchar algunas de las canciones del disco en el myspace de Daniel.
Lo nuevo de Sergio Antezana
Hola a todos.
Nuevamente de vuelta, perdón por el tiempo, que me perdí. Ya saben el trabajo, la casa, y las delicias conyugales... y una buena nueva: uno mi vida, a una superior. Pronto súbire fotitos de los detalles.
Ahora quiero dejarles una canción de Sergio y avisar que en su blog se puede escuchar, la canción CARRUSEL, yo me acompaño de ella cuando navego. Visiten el blog de Sergio.
Nuevamente de vuelta, perdón por el tiempo, que me perdí. Ya saben el trabajo, la casa, y las delicias conyugales... y una buena nueva: uno mi vida, a una superior. Pronto súbire fotitos de los detalles.
Ahora quiero dejarles una canción de Sergio y avisar que en su blog se puede escuchar, la canción CARRUSEL, yo me acompaño de ella cuando navego. Visiten el blog de Sergio.
martes, 3 de junio de 2008
Recuerdos: Uno de Kafka y una de Silvio
ANTE LA LEY
Hay un guardián ante la Ley. A ese guardián llega un hombre del campo que pide ser admitido a la Ley. El guardián le responde que ese día no puede permitirle la entrada. El hombre reflexiona, y pregunta si luego podrá entrar. "Es posible", dice el guardián, "pero no ahora". Como la puerta de la Ley sigue abierta y el guardián está, a un lado, el hombre se agacha para espiar. El guardián se ríe, y le dice "Fíjate bien: soy muy fuerte. Y soy el más subalterno de los guardianes. Adentro no hay una sala que no esté custodiada por su guardián, cada uno más fuerte que el anterior. Ya el tercero tiene un aspecto que yo mismo no puedo soportar." El hombre no ha previsto esas trabas. Piensa que la Ley debe ser accesible a todos los hombres, pero al fijarse en el guardián con su capa de piel, su gran nariz aguda y su larga y deshilachada barba de tártaro, resuelve que más vale esperar. El guardián le da un banco y lo deja sentarse junto a la puerta. Ahí pasa los días y los años. Intenta muchas veces ser admitido y fatiga al guardián con sus peticiones. El guardián entabla con él diálogos limitados y lo interroga acerca de su hogar y de otros asuntos, pero de una manera impersonal, como de señor importante, y siempre acaba repitiendo que no puede pasar todavía. El hombre, que se había equipado de muchas cosas para su viaje, va despojándose de todas ellas para sobornar al guardián. Éste no las rehúsa, pero declara: “Acepto para que no te figures que has omitido algún empeño”. En los muchos años el hombre no deja de mirarlo. Se olvida de los otros y piensa que éste es la única traba que lo separa de la Ley. En los primeros años maldice a gritos su perverso destino, con la vejez, la maldición decae en quejumbre. El hombre se vuelve infantil, y como en su vigilia de años ha llegado a reconocer las pulgas en la capa de piel, acaba por pedirles que lo socorran y que intercedan con el guardián. Al fin se le nublan los ojos y no sabe si estos lo engañan o si se ha oscurecido el mundo. Apenas si percibe en la sombra una claridad que fluye inmortalmente de la puerta de la Ley. Ya no le queda mucho que vivir. En su agonía los recuerdos forman una sola pregunta, que no ha propuesto aún al guardián. Como no puede incorporarse, tiene que llamarlo por señas. El guardián se agacha profundamente, pues la disparidad de las estaturas ha aumentado muchísimo. "¿Qué pretendes ahora?", dice el guardián, "eres insaciable". "Todos se esfuerzan por la Ley", dice el hombre. “¿Será posible que en los años que espero nadie haya querido entrar sino yo?” El guardián entiende que el hombre se está acabando, y tiene que gritarle para que le oiga: “Nadie ha querido entrar por aquí, porque a ti solo estaba destinada esta puerta. Ahora voy a cerrarla.”
Hay un guardián ante la Ley. A ese guardián llega un hombre del campo que pide ser admitido a la Ley. El guardián le responde que ese día no puede permitirle la entrada. El hombre reflexiona, y pregunta si luego podrá entrar. "Es posible", dice el guardián, "pero no ahora". Como la puerta de la Ley sigue abierta y el guardián está, a un lado, el hombre se agacha para espiar. El guardián se ríe, y le dice "Fíjate bien: soy muy fuerte. Y soy el más subalterno de los guardianes. Adentro no hay una sala que no esté custodiada por su guardián, cada uno más fuerte que el anterior. Ya el tercero tiene un aspecto que yo mismo no puedo soportar." El hombre no ha previsto esas trabas. Piensa que la Ley debe ser accesible a todos los hombres, pero al fijarse en el guardián con su capa de piel, su gran nariz aguda y su larga y deshilachada barba de tártaro, resuelve que más vale esperar. El guardián le da un banco y lo deja sentarse junto a la puerta. Ahí pasa los días y los años. Intenta muchas veces ser admitido y fatiga al guardián con sus peticiones. El guardián entabla con él diálogos limitados y lo interroga acerca de su hogar y de otros asuntos, pero de una manera impersonal, como de señor importante, y siempre acaba repitiendo que no puede pasar todavía. El hombre, que se había equipado de muchas cosas para su viaje, va despojándose de todas ellas para sobornar al guardián. Éste no las rehúsa, pero declara: “Acepto para que no te figures que has omitido algún empeño”. En los muchos años el hombre no deja de mirarlo. Se olvida de los otros y piensa que éste es la única traba que lo separa de la Ley. En los primeros años maldice a gritos su perverso destino, con la vejez, la maldición decae en quejumbre. El hombre se vuelve infantil, y como en su vigilia de años ha llegado a reconocer las pulgas en la capa de piel, acaba por pedirles que lo socorran y que intercedan con el guardián. Al fin se le nublan los ojos y no sabe si estos lo engañan o si se ha oscurecido el mundo. Apenas si percibe en la sombra una claridad que fluye inmortalmente de la puerta de la Ley. Ya no le queda mucho que vivir. En su agonía los recuerdos forman una sola pregunta, que no ha propuesto aún al guardián. Como no puede incorporarse, tiene que llamarlo por señas. El guardián se agacha profundamente, pues la disparidad de las estaturas ha aumentado muchísimo. "¿Qué pretendes ahora?", dice el guardián, "eres insaciable". "Todos se esfuerzan por la Ley", dice el hombre. “¿Será posible que en los años que espero nadie haya querido entrar sino yo?” El guardián entiende que el hombre se está acabando, y tiene que gritarle para que le oiga: “Nadie ha querido entrar por aquí, porque a ti solo estaba destinada esta puerta. Ahora voy a cerrarla.”
Franz Kafka: Ein Landarzt (1919)
Antología de la literatura fantástica,
de Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y
Adolfo Bioy Casares.
Nota: Gracias a Rubén conocí el mundo de la literatura fantástica, fue el primer relato que me copió; y sobre la canción la primera que me gustó de Silvio, cuando me prestó el cassette de su álbum Rodriguez.
Un gran Abrazo que llegue al otro lado del Mar, para Rubén, Gore y Gabriel.
recordin amics que venja l'esperança
jueves, 15 de mayo de 2008
GUITARRA EN MANO en la UCB
lunes, 12 de mayo de 2008
14 de mayo en la Cupula de adobe
Hola compañer@s!!!
Recibí la invitación de la carrera de Filosofía, para participar de la velada artística. Estaré presente.
Empieza a las 5 pm, con la presentación del libro "La ideología de la nación unitaria" del Lic. Carlos Bedregal,y a partir de las 6 empieza la velada.
Están cordialmente invitados en la CÚPULA de ADOBE (detrás de las VELAS)
Un abrazo.
Nabor E.
Recibí la invitación de la carrera de Filosofía, para participar de la velada artística. Estaré presente.
Empieza a las 5 pm, con la presentación del libro "La ideología de la nación unitaria" del Lic. Carlos Bedregal,y a partir de las 6 empieza la velada.
Están cordialmente invitados en la CÚPULA de ADOBE (detrás de las VELAS)
Un abrazo.
Nabor E.
martes, 6 de mayo de 2008
El otro yo - Mario Benedetti
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacia ruido cuando comía, se metía los dedos en la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando. Corriente en todo, menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte, el Otro Yo era melancólico y, debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo qué hacer, pero después se rehizo e insulto concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero en seguida pensó que ahora sí podría ser íntegramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le llenó de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de sus males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte, tan saludable.
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír, y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte, el Otro Yo era melancólico y, debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo qué hacer, pero después se rehizo e insulto concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero en seguida pensó que ahora sí podría ser íntegramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le llenó de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de sus males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte, tan saludable.
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír, y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
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